El silencio

Ser silencioso es difícil porque en el silencio uno desaparece. Sólo en el ruido puedes existir como ego. El ruido es el alimento para que existas como ego; vives de él, prosperas con él. De aquí la dificultad para volverse silencioso.

Cuando la gente empieza a pensar en volverse silenciosa, tiene la idea de que cuando venga el silencio ellos estarán allí y disfrutarán el silencio. Esa idea está totalmente equivocada; no tienes noción alguna de las cosas reales.

Cuando venga el silencio, tú no estarás allí; tú y el silencio no pueden existir juntos. Tú eres el ruido. Entonces, cuando el silencio viene, hay sólo silencio. No hay nadie que sea silencioso, no hay nadie que pueda estar allí disfrutando el silencio.

El silencio no es una experiencia porque no hay un experimentador. El silencio es completo; no hay nadie. Los Sufis lo llaman fana: disolución. Buda lo ha llamado nirvana: extinguir la vela. Todo se ha ido y hay sólo nada, un tipo de estado de ausencia de cosas. No serás capaz de encontrarte como un yo.

De allí la dificultad. Para volverte silencioso tendrás que morir... y, ¿quién quiere morir? Queremos el silencio también como una decoración, como una medalla, para poder jactarnos de que: «No sólo tengo dinero, también tengo meditación”, para poder jactarnos de que: «No sólo soy rico externamente, también soy rico internamente».

El primer interés por buscar el silencio surge del ego. Y el ego mismo es la barrera. Entonces, cuando entras en contacto con un maestro o con un campo de energía, con una escuela donde las cosas se hacen, realmente se hacen, no sólo se piensa en ellas, entonces surge el miedo.

Entonces te das cuenta del fenómeno de que al desaparecer el ruido, tú también desaparecerás. ¿Estás listo para arriesgarte tanto?

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