La sabiduría

La gente docta: los eruditos, los hombres de letras, los profesores, sólo están mejor informados. Pero la información no hace de nadie un sabio. Sí, te ayuda a simular sabiduría. Se vuelve un camuflaje; es una fachada detrás de la cual puedes esconder tu ignorancia. Pero esto no destruye la ignorancia, al contrario, la protege. Tus conocimientos se vuelven una defensa: es una seguridad para tu ignorancia. Es alimento. Te vuelves completamente inconsciente de que eres ignorante: ése es el propósito de tu así llamado conocimiento.

Y eso es peligroso. Si no te das cuenta de que estás enfermo, entonces no hay posibilidad de que busques la salud. Si te vuelves inconsciente del hecho de tu ignorancia fundamental, ¿cómo habrás de iluminarte alguna vez?
Si has olvidado que tu interior está lleno de oscuridad, no buscarás la luz. No trabajarás para crear luz. Si ya has aceptado que sabes, entonces, ¿cuál es el propósito de embarcarte en una aventura de conocimiento? Y eso es lo que sigue haciendo tu así llamado conocimiento.

No convierte a la persona ignorante en una persona que conoce; sólo da una ilusión de conocimiento. Es un espejismo. Es un sueño en el que te vuelves sabio. Pero en realidad, sigues siendo el mismo. La diferencia entre el ignorante y el así llamado docto es sólo de cantidad. Entre ellos no existe ninguna diferencia cualitativa.

El ignorante está menos informado, menos pulido, menos educado. El docto está más informado, más educado, ha leído más, ha escuchado a más gente. La diferencia es de lenguaje. El docto se expresa mejor, sabe muchas más palabras. Pero recuerda, son meras palabras. No tienen significado, en ellas no puede haber ningún significado porque el significado viene a través de la experiencia. Puedes aprender todas las grandes palabras que hay en los diccionarios.

Es así como sigues usando las palabras. Cuando usas palabras tales como «Dios», ¿sabes lo que estás diciendo? ¿Sabes lo que quieres decir? ¿Qué es Dios? Para ti es una mera palabra y seguirá siendo una mera palabra. Pero detrás de la palabra hay un peligro: podrás empezar a creer que sabes porque sabes la palabra.

Conocer la palabra «Dios» no es conocer a Dios. Conocer la palabra «amor» no es conocer el amor. Conocer la palabra «fuego» no es conocer el fuego. Recuerda, las palabras son meros símbolos. A menos que viertas en ellas un significado existencial, permanecerán vacías. En las palabras no hay significado, el significado está en el individuo y su experiencia. Si Krishna usa la palabra «Dios», no es una mera palabra. Es significativa, tiene un significado.

El significado viene de la vida de Krishna, el significado es vertido desde la consciencia de Krishna. Cuando Jesús usa la palabra «Dios», ésta es de suma importancia, está llena de gran significado. El significado está en Jesús, no en la palabra «Dios», porque la palabra «Dios» había sido usada por los rabinos a lo largo de las épocas, sin ningún significado.

Jesús vertió significado en ella. Transformó una palabra vacía en algo lleno de sentido, significativo y vivo; la palabra empezó a pulsar. Cuando Buda tocaba cualquier palabra, está se volvía viva, le crecían alas. Repentinamente había una metamorfosis. Pero el docto sólo está lleno de polvo, el polvo que ha juntado de libros y escrituras. Ten cuidado con tal aprendizaje, es más peligroso que la simple ignorancia. ¿Por qué es más peligroso que la ignorancia? Porque la ignorancia tiene una pureza; tiene en ella inocencia y tiene una autenticidad.

Es verdadera, y a partir de la verdad hay una posibilidad de avanzar. El conocimiento, el así llamado conocimiento, es falso. De la falsedad no puedes partir en un viaje de verdad. Recuerda, no hay una diferencia real entre el docto y el ignorante, excepto que el docto cree que sabe, y el ignorante sabe que no sabe. Pero entonces el ignorante está en una posición mejor.

No hay mucha diferencia entre el así llamado docto y el que no es docto. Quizás la diferencia sea de palabras, de lenguaje, pero no de cualidad. Su cualidad interna sigue siendo la misma. Éste es uno de los fundamentos del Sufismo que hay que entender: el conocimiento es vano si no ha surgido de tu propia experiencia. Si no es parte de tu vida el conocimiento es una carga totalmente innecesaria. Si te es agregado desde afuera, abandónalo.

No cargues con él innecesariamente. Es inútil, es dañino, es venenoso y es una carga. No te permitirá moverte con rapidez. Y cuanto más conocimientos juntes, menos posibilidades tendrás de moverte. En consecuencia, tus personas doctas viven como estanques, ya no son ríos. Los doctos siguen hablando acerca de hermosas palabras, hilando y tejiendo grandes filosofías alrededor de ellas. Pero si penetras en sus palabras, si penetras profundamente, siempre encontrarás vacío y nada más. Gente que no tiene ni un indicio de Dios escribe grandes libros acerca de él.

La gente ha escrito grandes libros acerca del cielo y el infierno, hasta ha trazado mapas del cielo y el infierno, y esa gente no sabe nada. Ellos ni siquiera han penetrado en sus propios mundos de emociones y sentimientos; no se han puesto en contacto con su propia consciencia interna. Y están hablando de cosas distantes: la vida después de la muerte... y son personas hábiles: saben cómo hablar, saben cómo demostrar, saben cómo argumentar. Y argumentan de un modo tan hermoso que pueden engañar a cualquiera. Si analizas su argumento, lo encontrarás muy válido. Pero la validez del argumento es irrelevante. La cuestión es si la persona sabe o no.

A veces sucede que una persona sabe pero no puede argumentar, o argumenta de manera defectuosa. Una persona a veces sabe pero no tiene lenguaje para expresarlo, o usa el lenguaje equivocado. Pero aun así lo que dice es verdadero. Su argumento podrá ser falso, su lenguaje podrá no ser adecuado; pero aun así lo que dice es verdadero. Y en el otro extremo hay personas en cuyo lenguaje no puedes encontrar defectos, cuyo argumento es perfecto, que son lógicos consumados. No puedes argumentar con ellos, inmediatamente te harán callar. Pero aun así, lo que están diciendo es totalmente estúpido. No tiene ningún sentido.

Está sólo en sus mentes: sus corazones no son tocados por ello en absoluto. Ellos mismos no son conmovidos por lo que están diciendo. Cuando hablan de Dios, no hay savia fluyendo por su ser. Cuando hablan del amor no verás signo de él en sus ojos, y cuando hablan de poesía, no hay poesía en su presencia. Hablan de la gracia pero no verás ninguna gracia en ningún lado. Pero ellos pueden crear un gran torbellino de palabras, pueden crear mucho humo de palabras.

Y si tú también vives en las palabras existen todas las posibilidades de que seas engañado. Es así como millones de personas están perdidas. Los ciegos llevando a otros ciegos. Los ciegos que se expresan bien están llevando a los ciegos que no se pueden expresar, los ciegos informados están llevando a los ciegos desinformados.

Y toda vez que nace un hombre que ve: un Jesús, un Buda, un Bahaudin, un Hakim Sanai, entonces todos estos eruditos y doctos inmediatamente se ponen de acuerdo acerca de una cosa: que Jesús está equivocado. Podrán no ponerse de acuerdo con respecto a lo que es el pan, podrán no ponerse de acuerdo acerca de ninguna otra cosa, pero acerca de una cosa se ponen de acuerdo de inmediato: que Jesús está equivocado. Podrán ser hindúes, podrán ser musulmanes, podrán ser judíos, podrán ser alguna otra cosa. Pero cuando hay un hombre como Jesús todos se ponen de acuerdo inmediatamente porque ven el riesgo.

Si Jesús tiene razón, entonces todos ellos están equivocados. Tienen que probar que Jesús está equivocado. Y si no pueden probar que está equivocado -y no pueden probarlo- entonces Jesús debe ser destruido. Si no pueden probarlo entonces el único camino es eliminar a Jesús de la vida de la gente.  Y una vez que han matado a Jesús, las mismas personas que lo mataron se volverán seguidores de Jesús, papas, obispos y sacerdotes. Están allí nuevamente para filosofar. Con Jesús hay problemas. Pero con las palabras de Jesús no hay problema. Pueden hilar y tejer alrededor de cualquier palabra, no hay diferencia alguna para ellos si es de Moisés o de Jesús. Ahora Jesús se ha vuelto el centro de su filosofar.

Buda se volvió la mayor fuente de filósofos: un fenómeno extraño, increíble, porque Buda estaba totalmente en contra de la filosofía. Durante toda su vida estuvo absolutamente en contra de la filosofía. Nunca habló de ningún tema filosófico; era práctico.

Era un pragmatista, un hombre práctico. Si le hubieses preguntado acerca de Dios él habría dejado de lado la pregunta de inmediato y te habría dicho: «¿Cómo va esto a transformarte? Hablar de Dios no tiene ningún sentido, no pierdas el tiempo. Piensa en la meditación, piensa en la compasión.

Piensa en las cosas que pueden transformarte. ¿Qué puede hacer Dios?». Si le hubieses preguntado acerca de la vida después de la muerte, él te habría detenido inmediatamente: «No hables de tonterías. Estás vivo y no sabes lo que es la vida, ¡y estás pensando en la vida después de la muerte! No sabes lo que eres ahora mismo y estás preguntando: «¿Qué seré después de la muerte?». Esto es total estupidez».

En vez de esto, entra en ti mismo y ve quién eres. Y si te has conocido a ti mismo, entonces no hay problema. Cuando mueras sabrás si sobrevives o no, ¿por qué hacer tanta alharaca acerca de eso ahora? ¿Y cómo se puede determinar? No hay modo de determinarlo. Aun si todo el mundo dice que sobrevivirás a la muerte corporal, la duda todavía persistirá. ¿Quién sabe? Todos pueden estar equivocados, porque todo el mundo solía creer que la Tierra era plana, y todo el mundo estaba equivocado.

La Tierra no era plana, ahora sabemos. Todo el mundo ha creído a lo largo de las épocas, que el sol gira alrededor de la Tierra. Ahora sabemos, la Tierra gira alrededor del sol, no al revés. Entonces no es una cuestión de cuántas personas lo creen. La verdad no se decide por mayoría, no es una cuestión de votación. Aun si un solo hombre conoce la verdad y todo el mundo está contra él, él sigue estando en la verdad y el mundo sigue estando equivocado. No puedes ser convencido de que existirás cuando estés muerto; no hay modo de convencerte.

Si quieres puedes creerlo; si quieres creer, puedes creer cualquier cosa. Pero es porque quieres, no porque estés convencido. Tienes miedo de la muerte, te gustaría permanecer después de la muerte: quieres creerlo, entonces lo crees. Pero sabes que es tu creencia; podrá no ser así. En el fondo persistirá la duda. Y Buda no habría respondido ninguna pregunta que pudieses pensar que pertenece a la filosofía. Él solía decir: «Si digo algo acerca del más allá, lo entenderás mal. No tienes ninguna experiencia del más allá; comunicarlo es imposible». Puedes ver lo difícil que es comunicarse. Yo digo una cosa, tú entenderás otra. La gente entenderá de acuerdo con su nivel de entendimiento.

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