La mente

La mente no está segura de nada. Si estás entre las dos polaridades de la mente, en un limbo, siempre hacer o no hacer, te volverás loco. ¡Estás loco! Antes de que ocurra, salta fuera y echa un vistazo desde el exterior de tu mente. Sé consciente de la mente: su lado luminoso, su lado oscuro, su parte buena, su parte mala. Sea cual sea la polaridad, sé consciente de ella.

De esa conciencia saldrán dos cosas; la primera, que tú no eres la mente; y la segunda, que la conciencia tiene un poder de decisión del que la mente carece. La mente es básicamente indecisa, y la conciencia es básicamente decidida.

Cualquier acto que parta de la conciencia es total, pleno, sin arrepentimiento. Nunca en mi vida he pensado dos veces las cosas, en si algo habría sido mejor de otro modo. Nunca me he arrepentido. Nunca he pensado que había cometido un error, porque no quedaba nadie más para decir esas cosas. He actuado según mi conciencia, que es todo mi ser. Ahora, cualquier cosa que ocurra es la única posible. El mundo puede decir que está bien o que está mal, pero eso es asunto suyo, no es mi problema. Así pues, la conciencia te sacará del limbo.

En lugar de quedarte colgado entre esas dos polaridades de la mente, salta lejos de las dos y podrás ver que esas polaridades solo son polaridades si estás en la mente. Si estás fuera de ella, te sorprenderá ver que son dos caras de la misma moneda.

No había posibilidad de elegir. Con la conciencia adquieres claridad, totalidad, soltura... la existencia decide dentro de ti. No tienes que pensar en qué está bien y qué está mal. La existencia te lleva de la mano y tú te mueves de manera relajada. Es la única manera, la manera correcta.

Y es la única manera de que te mantengas cuerdo; de lo contrario, siempre estarás confuso.

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