Siempre echamos la culpa a otros. Esto te da la ilusoria sensación de que no has obrado mal. Quien ha obrado mal es algún otro: X, Y, Z... X esta actitud es una de, las actitudes básicas de nuestra mente. La culpa de todo la tiene siempre otro, y si podemos encontrar un chivo expiatorio, nos quedamos tranquilos; nos hemos librado de un peso. Para el que busca, esta mente no sirve de nada; es un impedimento. Esta mente es el impedimento.
Debemos darnos cuenta de que, en cualquier situación, en cualquier circunstancia, el responsable eres tú y nadie más. Si tú eres responsable, entonces algo se puede hacer. Si el responsable es algún otro, no se puede hacer nada. Este es un conflicto básico entre la mente religiosa y la mente irreligiosa. La mente irreligiosa siempre piensa que el responsable es algún otro.
Que cambié la sociedad, que cambien las circunstancias, que cambien las condiciones económicas, que cambie la situación política, que cambie algo, y todo irá bien. Pero lo hemos cambiado todo un montón de veces, y nada va bien.
La mente religiosa dice que, sea cual sea la situación, si tu mente es así siempre estarás en el infierno, tu vida será un sufrimiento. Nunca podrás alcanzar el silencio. Carga tú con la responsabilidad. Sé responsable, porque entonces se podrá hacer algo.
Solo puedes hacer algo contigo mismo. No puedes cambiar a ninguna otra persona del mundo, solo puedes cambiarte a ti mismo. Esta es la única revolución posible.
La única transformación posible es la propia. Pero esto solo se llega a considerar cuando nos sentimos responsables
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