Sé el observador

Hagas lo que hagas -andar, sentarte, comer o, si no estás haciendo nada, simplemente respirar, descansar, relajarte en la hierba-, no olvides nunca que eres un observador. Lo olvidarás una y otra vez. Te perderás en algún pensamiento, en alguna sensación, en alguna emoción, en algún sentimiento... cualquier cosa puede distraerte y hacer que dejes de observar. Recuerda, y vuelve corriendo a tu centro de observación.

Conviértelo en un proceso interior, continuo. Te sorprenderá cómo cambia toda la calidad de tu vida. Yo puedo mover una mano sin observar nada, y también puedo mover la mano observando absolutamente todo el movimiento desde dentro.

Los movimientos son completamente diferentes. El primer movimiento es un movimiento de robot, mecánico. El segundo movimiento es un movimiento consciente. Y cuando eres consciente sientes tu mano desde dentro; cuando no eres consciente, solo conoces la mano desde fuera.

Conoces tu cara solo de mirarte al espejo, desde el exterior, porque no eres un observador. Si empiezas a observar, sentirás tu cara desde dentro... y esa es toda una experiencia, mirarte a ti mismo desde dentro.

Entonces, poco a poco, empiezan a ocurrir cosas extrañas. Los pensamientos desaparecen, los sentimientos desaparecen, las emociones desaparecen, y hay un silencio que te rodea. Eres como una isla en medio de un océano de silencio.

Eres un observador, como si una llama iluminara desde el centro de tu ser, irradiando todo tu ser.

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