El miedo

Observa la belleza del miedo, observa el trabajo alquímico del miedo. Simplemente está tratando de prepararte para la situación de modo que puedas aceptar el desafío.

Pero en vez de aceptar el desafío, en vez de entender el miedo, empiezas a rechazarlo. Dices: «Tú eres un hombre tan grande, Ahora estás creando una contradicción.

Tu proceso natural es el del miedo y estás trayendo un proceso antinatural para contrarrestar el miedo. Estás trayendo ideales para interferir en el proceso natural. Habrá dolor porque habrá conflicto. No te preocupes acerca de si el alma es inmortal o no. En este preciso momento la verdad es que el miedo está allí. Escucha este momento y permite que este momento te tome totalmente, permite que este momento te posea. Y entonces no hay dolor.

Entonces el miedo es una danza sutil de energías en ti. Y te prepara, es tu amigo, no es tu enemigo. Pero tus interpretaciones siguen haciendo algo equivocado en ti. Esencialmente, el sentimiento de dolor psicológico es creado por el intento de separar la consciencia de sí misma, por la escisión de la unidad de consciencia en la dualidad de una entidad conceptual observadora que trata de huir del sentimiento rechazado, distorsionarlo o vencerlo, y el sentimiento observado mismo.

Si la consciencia en dualidad es la causa del dolor, entonces sólo la consciencia en unidad podrá ser la eliminación del dolor. El fin del dolor está en la unidad.

Esta escisión que creas entre el sentimiento: el miedo, el enojo, y tú mismo hace que te vuelvas dos. Te vuelves el observador y lo observado. Dices: «Yo, el observador, estoy aquí, y allí está el dolor, lo observado. Y no soy el dolor». Ahora, esta dualidad crea dolor.
No eres lo observado, no eres el observador, eres ambas cosas. Eres el observador y lo observado. No digas: «estoy sintiendo miedo»; ése es un modo equivocado de decirlo. No digas: «tengo miedo», ése también es un modo equivocado de decirlo.

Di simplemente: «Soy miedo. En este momento soy miedo». No crees ninguna división. Cuando dices: «estoy sintiendo miedo», te estás manteniendo separado del sentimiento. Estás allí en algún lugar alejado y el sentimiento está a tu alrededor. Ésta es la desunión básica. Di: «Soy miedo». Y observa... en realidad ésa es la situación. Cuando el miedo está allí, tú eres miedo. No es que a veces sientas amor. Cuando el amor está realmente allí, tú eres amor. Y cuando el enojo está allí, eres enojo. A eso se refiere Krishnamurti cuando dice una y otra vez: «el observador es lo observado». El que ve es lo visto y el que experimenta es la experiencia.

No crees esta división de sujeto y objeto. Ésta es la causa raíz de toda desdicha, de toda escisión. En consecuencia, uno no debe juzgar bueno o malo, no debe etiquetar o tener ningún tipo de deseo o meta con respecto a lo que surge en la consciencia. No debe haber ningún rastro de evasión, resistencia, condena, justificación, distorsión o apego con respecto a lo que surge. Sólo una consciencia sin elección; y se establecerá la comunión con uno mismo. Una consciencia sin elección: ésa es la llave suprema para abrir el misterio más íntimo de tu ser.

No digas que es bueno, no digas que es malo. Cuando dices que algo es bueno, surge el apego, surge la atracción. Cuando dices que algo es malo, surge la repulsión. El miedo es miedo, no es ni bueno ni malo. No evalúes, sólo déjalo ser. Déjalo que sea así. Cuando estás allí sin condena ni justificación, entonces, en esa consciencia sin elección todo el dolor psicológico simplemente se evapora como las gotas de rocío bajo el sol de la mañana. Y queda un espacio puro, queda un espacio virgen. Esto es el Uno, el Tao, o puedes llamado Dios.

Este Uno que queda cuando todo el dolor desaparece, cuando no estás dividido de ninguna manera, cuando el observador se ha vuelto lo observado, ésta es la experiencia de Dios, samadhi, o como quieras llamarlo. Y en este estado no hay yo como tal, porque no hay observador-controladorjuez. Uno es sólo aquello que surge y cambia momento a momento.

En algunos momentos podrá ser júbilo, en otros momentos podrá ser tristeza, ternura, destructividad, miedo, soledad, etcétera. Uno no debería decir «estoy triste» o «tengo tristeza» sino «soy tristeza», porque las dos primeras declaraciones implican un yo separado de lo que es. En realidad no hay otro yo, al que le está sucediendo el sentimiento particular. Sólo existe el sentimiento mismo.

Medita acerca de esto: sólo existe el sentimiento mismo.

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