La razón

 Nadie ha llegado jamás a Dios por medio de la razón. Ésa no es la puerta hacia él, es la pared que te lo impide. La razón es perfectamente capaz de conocer lo superficial, pero no puede bucear en las profundidades. Sólo sabe nadar en la superficie.

La razón es perfectamente buena en lo que concierne al viaje hacia afuera, pero es totalmente impotente en lo que concierne al viaje hacia adentro. La razón es buena y adecuada si quieres saber acerca de la materia. Pero es totalmente incapaz si quieres saber algo acerca de la consciencia. La razón puede medir, pero la consciencia no se puede medir.

La razón puede pesar, pero la consciencia no tiene peso. La razón puede ver, pero la consciencia es invisible. La razón tiene los cinco sentidos a su servicio, pero la consciencia está detrás de los cinco sentidos. No la puedes tocar, no la puedes oler, no la puedes degustar, no la puedes oír, no la puedes ver: está detrás de estas cinco ventanas de los sentidos que se abren hacia fuera. Puedes ver la luz del sol, pero no puedes ver tu luz interior con tus ojos.

Puedes oír cantar a los pájaros, pero no puedes oír cantar a tu propio corazón. La razón es capaz de medir. Así es como la palabra «materia» comenzó a existir. «Materia» significa lo que puede ser medido: «mensurable» es el significado de la palabra «materia». La razón mide, entonces cualquier cosa que pueda caer en la trampa de la razón es materia.

Pero hay cosas que no son mensurables. ¿Cómo medir el amor? ¿Cómo medir la consciencia? Lo inconmensurable está allí. Pero si insistes en usar sólo la razón para conocerlo, permanecerás ignorante de lo inconmensurable. Entonces permanecerás ignorante de Dios.

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