Qué eres tu?

Sólo conoces tus manos y pies. Ésta es la morada, ésta es la casa. Sólo estás familiarizado con el templo: ¿cuándo vas a familiarizarte con la deidad del templo? ¿Quién es éste que vive en esta casa? ¿Quién está encarnado en el cuerpo? ¿Qué es esta consciencia? Me estás escuchando, estás escuchando a través de los oídos.

Me estás viendo, estás viendo a través de los ojos. Por cierto que no eres los oídos y los ojos. Los ojos y los oídos son ventanas: alguien está escondido detrás, parado por detrás de las ventanas. Observa simplemente: tus ojos son ventanas. Cuando me miras, estás mirando a través de los ojos. Pero, ¿quién eres tú? ¿Quién es éste que me está mirando? ¿Quién es éste que está oyendo? ¿Qué es esta consciencia? No rechaces nada, ya que si lo haces nunca serás capaz de saber quien es esta consciencia. Acepta todo lo que eres.

Si rechazas algo, retrocedes ante tus propias energías. Creas fragmentos. No retrocedas ante tus energías. Cuando el enojo esté allí, acéptalo. Cuando la tristeza esté allí, acéptala. Ésta es tu energía, éste es el regalo de Dios. Absórbelo, digiérelo, eres tú.

Y cuando no estás retrocediendo ante nada, cuando no tienes ninguna interpretación de bueno y malo, cuando no condenas nada, cuando te olvidas por completo de los juicios, cuando no eres más un juez, un evaluador, un condenador, un tasador constante, cuando todas estas cosas han desaparecido y eres simplemente una tremenda aceptación de todo lo que es, entonces sucede el conocer.

... Y en ese conocer, Dios es conocido.

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